Kevin Arbelo, psicólogo de Hospital Parque Tenerife explica que es el hambre emocional

Sin duda alguna, el ritmo de vida que llevamos en la actualidad hace que en muchas ocasiones convivamos con ansiedad en nuestro día a día. Esta ansiedad puede manifestarse de muchas formas. Una de ellas es la recurrente necesidad de comer, y es que, aún sin hambre, las personas buscamos saciar nuestro nerviosismo con comida.

Si te suena de algo esta sensación es muy probable que estés sufriendo un fenómeno conocido como hambre emocional. Esta práctica, es cada vez más común y ocurre muchas veces sin que la persona se dé cuenta. Esto ocurre ya que, aunque la comida a menudo se asocia con la nutrición física, su relación con nuestras emociones es igualmente poderosa. En este artículo, Kevin Arbelo, psicólogo de Hospital Parque Tenerife, explica qué es el hambre emocional, cómo reconocerlo y algunas estrategias para abordarlo.

¿Qué es el hambre emocional?

El fenómeno de hambre emocional hace referencia a ese impulso de comer, que ocurre no por necesidad física, sino como respuesta a nuestras emociones. El hambre emocional puede ser desencadenado por muchas sensaciones que van desde el estrés hasta el aburrimiento o la tristeza. A diferencia del hambre física, que se desarrolla gradualmente, el hambre emocional puede aparecer de repente y, a menudo, está vinculado a antojos de alimentos específicos.

Las personas que experimentan hambre emocional tienden a comer rápidamente y sin prestar atención a las señales de saciedad del cuerpo. A menudo, se sienten culpables o avergonzados después de comer en exceso, lo que puede dar lugar a un ciclo destructivo de comer para calmar las emociones negativas y luego sentirse mal por comer demasiado.


 

Reconociendo el hambre emocional

Distinguir entre el hambre emocional y el hambre física puede ser un desafío, pero es fundamental para abordar el comportamiento alimentario no saludable. A continuación, te enseñamos algunos puntos que nos pueden ayudar a identificar el hambre emocional:

1. Surgimiento repentino:

El hambre emocional puede aparecer repentinamente, mientras que el hambre física generalmente se desarrolla gradualmente.

2. Antojo de alimentos específicos:

El hambre emocional a menudo se asocia con antojos de alimentos específicos, generalmente aquellos que son altos en grasas, azúcares o carbohidratos.

3. Comer sin hambre física:

Si comes a pesar de que tu estómago no está vacío, es probable que estés experimentando hambre emocional.

4. Alivio temporal:

El hambre emocional proporciona un alivio temporal de las emociones negativas. Sin embargo, se trata de un alivio momentáneo. Es común que después aparezcan sentimientos de culpa-

5. Patrones de desencadenantes emocionales:

El hambre emocional a menudo está vinculado a desencadenantes emocionales, como el estrés, la tristeza, la soledad o el aburrimiento.

Si te sientes identificado con algunos de los patrones descritos, puede ser recomendable que acudas a consulta con un profesional para paliar los efectos nocivos de esta práctica. La terapia resulta efectiva gracias a técnicas como la terapia cognitivo conductual o mindfulness entre otras. También se debe señalar la importancia de implementar rutinas saludables en nuestra vida cotidiana.